el canto de una sirena




Viendo el mar en esta noche tan sombría, sola con el secreto de la luna. No hay compañía,  la soledad me abarca  siempre que nado en el inmenso mar. Sintiendo mi corazón agonizar, enfriándose así como el mar, tan lleno de vida y tan vació. En estas rocas tan resbalosas soy víctima del dolor de mi corazón. Mi cantar Solo es vació. Este es el precio de una sirena, Convivir con la soledad en el mar tan inmenso. Sera que el amor llegara a mí como un rayo de luz, en pleno amanecer. Soy la luz de mi esperanza, y encontré ese barco naufragar y su tripulación agonizar, y note al hombre resaltar muriendo lentamente. Ven seré quien cure tu dolor, curare tus heridas con rapidez. Inconsciente estarás sin poder ver mi cola notaras que soy diferente con solo oír mi voz. Me has visto al despertar impresionado. Sentí miedo por volver a quedar sola aquí en este mar tan frió y solo, acércate con una caricia y las gracias escuche, con la luna de testigo y mi secreto renació, con la noche tan  brillante y fue cuando el día. Se volvió noche y la noche se volvió día, y fue en ese momento en que mi tristeza se marcho, cobrando vida la felicidad que un día se me fue. Cenicientos años en oscura frialdad fueron convertidas mis piernas en cola. Por la luna y su resplandor en una noche de tristeza. El corazón bondadoso de este hombre, alivio el dolor en mí. Y conocí a su tripulación siendo la más temida y la criatura más mitológica. Que nunca imaginarían ver cautivados por mi belleza, volví a cantar con mi voz tan feliz. Flechas llenas de fuego me rodearon. Dando en el blanco directo al corazón, antes de que pudieran oír mí canto. En Dolor se fue aquel hombre y Mi pecho sangraba Con un rojo pasión, mojando mi pecho aquel hombre, para apagar el fuego que me rodeaba. Y con inmenso dolor sentí otra vez la soledad cubrir mi alma, 

De repente ese resplandor que un día me cubrió, surgió entre mis aletas, hasta mis heridas más profundas. Haciéndome flotar en el aire y al ver los rostros llenos de terror, sentí que no era mi lugar.

Pero detuvo ese amor la luz que impedía acercarme a él y sin notar, mis piernas  vuelven después de seiscientos  años, y con ella sin notar mi canto y mi felicidad. Había  olvidado como caminar. Mis primeros pasos después de seiscientos años fue mi corazón quien me llevo hasta el. Oh era la luna quien decidió que ya era hora de que este corazón sintiera amor. Esa noche mire la luna con desesperación  y un susurro de mi boca salió.

''Amor  y mi canto volvió’’.