Conocí la verdad en mis ojos, el mismo día que me mire al espejo; Supe que el diablo recorría mis venas, como la sangre. Entendí que no era una niña normal, gozaba de los asesinatos en mi localidad, y en las noches, hablaba con los muertos en el cementerio. No podía evitar ver la inmunidad de el dolor en la gente y reía, con el sufrimiento de los otros. Soñaba con la muerte de aquellos que, odiaba y me olvidaban de que se podía hacer realidad, al despertar. La noche más espeluznante, en toda mi corta vida, fue el día que mate al vecino. Por a verme dicho mocosa, con solo la edad de 10 años. Goce al momento y reí con la risa mas, macabra que pude a ver escuchado. Mi segundo Asesinato, fue cuando cumplí mis 15 años, fue el regalo de mi padrastro cuando intento violarme, le queme los ojos con la vela, que estaba al lado de su cama, y luego de un solo golpe le saque el corazón. Fue ahí cuando Salió esa sonrisa Desgraciada de mi cara, Cuando me di cuenta que era Placentero, y mordí su corazón gozando su sangre y brinde por el monstruo, que en mi dormía. Llame con la voz mas tranquila, al Dormilón dentro de mi...
Ven ser diabólico, que te columpias en lo más profundo del infierno. Acércate a mi Obsesión de locura, llévate mi alma pecadora, del Cuerpo que hoy se éxito, con la locura de la sangre que tomare mañana. Hazte al tanto de mi mente corrompida, por tus torturadores de almas. Conoce la maldad en mis ojos rojos, hagamos fiestas en el infierno. Aclaremos el dulce sonar de los gritos, de las almas que un día caminaron, por la tierra. Amarra el sonar de mi guitarra, retumbando el infierno, con el estallar de mis cuerdas. Estaca el alma suicida en mi corazón, y liberemos el alma diabólica que hay Dentro. Redacta mi carta de suicidio, con una nota no común al mundo y di “Con amor para todos los seres de este mundo, intermedio entre el bien y el mal” y comparte los restos de mi corazón, con el mar ansioso por el sabor de mi sangre, Descansemos En el infierno, Con brindis de Color rojo como la sangre, y con el mejor sonido, que es el grito de los pecadores impuros.